martes, 28 de septiembre de 2010

Se levantó decidida. Ya lo venía pensando y muchos le recomendaban hacerlo. Almorzó, se abrigó poco y caminó las 8 cuadras al subte. No estaba segura de la estación, pero confiaba en que no se iba a perder. Ella siempre se perdía y era bastante distraída, pero algo le decía que encontraría el lugar; tenía un vago recuerdo de la última vez que estuvo allí. Cuando subió al subte una señora a su lado, de aspecto extraño, dijo en voz alta, “ya se fue”. No supo a quién o a qué se refería, pero a los dos minutos otra señora que estaba sentada en frente, le dijo a su hijo: “ya se fue”. ¿De qué hablaban? ¿Acaso todo el subte le estaba dando un mensaje y ella no se daba cuenta? ¿Le estaban leyendo el pensamiento?

Llegó, compró un ramo de cuatro flores, y se sonrió al ver que uno de los puestos de flores se llamaba “Silvia y Osvaldo”. Admirando la arquitectura entró y supo tomar los caminos correctos. El lugar estaba vacío, y sintió algo de miedo. Ruidos raros y pasos perdidos la rodearon. Se sorprendió al saber que recordaba el lugar más de lo que ella creía. No le fueron necesarias las indicaciones de su hermano, que llevaba en su bolsillo.

Se paró frente a ellos, pensó, recordó momentos, se abrochó la campera por el fuerte viento. ¿y ahora qué? pensaba. Intentó hablarles, pero eran oídos sordos. Algunas lágrimas cayeron por sus ojos, pero sin mucho espamento les dejó dos flores a cada uno. Salió de allí y decidió que visitar a los vivos sería mucho más reconfortante.

Gracias
La enana

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